Por. Karol Bolaños
Sin poder hacer otra cosa más que vivir, me resigno a ello, con la esperanza de que sea cierto que vivir es un acto de desobediencia, rebeldia, resistencia y valentía.
Pudiendo ir donde quiera, porque mi estatus social, político y económico me lo permite, decido quedarme donde estoy y levantar mí rostro dignamente para expresar con mis gestos que no me resigno a la exclusión.
En definitiva, me quedo como acto de rebeldia porque me encanta ver sus caras de indignación al verme caminar libre y soberana por sus calles limpias de miseria humana y mucha caca de perro.
Podría sentirme ridícula, incluso privilegiada de expresar estás tonterías, me avergüenza mi vano lugar de lucha; pero creo que despues de todo y siendo lo mínimo que pueda hacer, trataré de mantenerme en pie para sofocar al tirano que nos corrompe con sus espejismos de vida feliz.