Por. Karol Bolaños
Susurra al oído diciendo… ¡te lo dije no! Todo pasó como te dije que iba a pasar.
A partir de ese instante, miles de cosas aparecen en la mente, imparables y perturbantes.
El escenario es como sí se tratase de un episodio en que una montaña muy alta y fuerte, se deshace encima de un pequeño valle.
Es sólo que por arte de magia no destruye de inmediato. En realidad, sólo busca mostrar su poder de hostigar y fastidiar.
No hay verdad, tampoco mentira, no hay nada, sólo ideas furtivas sin ninguna conexión.
En cambio, al cerrar los ojos y dormir profundo, tanto que deja de existir el color.
Aparece la forma, recién parida como sí se tratase de un mamífero; contrario a su naturaleza. En medio de la nada, del negro incoloro; un pequeño polluelo, con ojos dormilones, piel sin manto de color rosa pálido y el pico más grande que el cuerpo.
Es un frágil tucán.
El sueño es poderoso pero no intenta apropiarse de nada, sus mensajeros o portadores son seres habituales, no hacen conjeturas y menos predicciones.
Eso sí, hay entre líneas un mensaje, Él está ahí para hacer un llamado de esperanza, de personificación del misterio y cambio. De lo imposible hecho realidad, de la magia de la vida y el reto de asombrarse ante el misterio.
El pánico aborda, invade, porque no saber entender el mensaje, es como morir de a pocos con mucho dolor. Pero calma, es sólo un sueño.